Para comenzar, hay que entender que no hay una fórmula
mágica (a pesar de que un día leí un libro sobre inversiones bursátiles llamado
“La fórmula mágica”) ni para ahorrar, ni para invertir. La regla, como diría
Disney, es que no hay reglas.
El motivo por el que no debería haber reglas es que lo
importante en realidad es definir lo que buscamos, definir los objetivos más
que un sistema. ¿De qué sirve un sistema que nos reditúe dentro de cinco años
si necesitamos el dinero dentro de dos? Por eso, los resultados serán asumidos de
acuerdo con los gustos y necesidades de cada uno.
Sin embargo, y a pesar de las diferencias que se puedan
suscitar en función de los objetivos, podemos citar algunos tips o ayudas que
desarrollaremos a continuación.
Como primera medida, tenemos que tener en mente la idea de
construir un patrimonio propio, de no trabajar sólo para vivir el día. Esta
iniciativa nos llevará a construir la cultura del ahorro, tan difícil de
instalar para muchos.
Mientras el mundo nos invita a consumir, ya sea con el
sistema de las tarjetas de crédito o las diversas formas de financiación para
adquirir autos, viajes o ciertos productos de altos montos que, lo único que
logran, no es sólo que paguemos más caro por ellos, si no también que nos
quiten capacidad de ahorro.
Si tenemos la capacidad en cuotas de la tarjeta de crédito
saturada, puede ser que no tengamos problemas de deudas (si se gana más de lo
que se debe), pero de todos modos, no tendremos ahorro que, como se ha dicho
muchas veces, es la base de la fortuna.
Es muy importante tener en cuenta que no se trata tanto de
cuánto se gana, si no más bien de cómo se gasta. Si asumimos realmente el
salario que percibimos, podremos planificar una forma de vida acorde.
Una vez más, al analizar esta cuestión, caemos en el
problema del consumo; lamentablemente todas las personas no pueden vivir de la
misma manera (al menos en el sistema capitalista), pero a muchos les cuesta
asumir eso.
Y de allí se desprenden las primeras preguntas que debemos
hacernos (en lo posible, antes de endeudarnos y asumir los compromisos de
pago):
-Me gusta este departamento pero, ¿Puedo pagar un alquiler
así o tendré que buscar uno más barato?
-Me encantaría tener un auto pero, ¿Realmente lo necesito o
me puedo seguir moviendo en transporte público?
Así podríamos enumerar cientos de preguntas sobre nuestro
consumo y forma de vida, que deberíamos hacernos una y otra vez.
ALGUNOS CONSEJOS PARA ADMINISTRAR NUESTROS INGRESOS
Lo primero en lo que debemos enfocarnos, es en los gastos
fijos. Estos gastos son los que vienen en forma similar todos los meses, aunque
varíen un poco como lo puede hacer un servicio (como la luz o el gas), o la
nafta.
En este listado incluiremos gastos como el alquiler,
expensas, impuestos, servicios, telefonía, telefonía celular, servicio
doméstico, lavadero, cuota del colegio/universidad, membresía de un club o
gimnasio y obra social, entre otros.
También en este
listado incluiremos los gastos de transportes, pero solo de aquella movilidad
del día a día, porque las vacaciones deberían ser consideradas como un gasto
extraordinario.
En algunos gastos, se pueden incluir sub gastos fijos, como
por ejemplo, en el caso de un auto podrían ser, la nafta, seguro, cuota (si es
un vehículo prendado) y el mantenimiento.
En fin, el listado de gastos fijos es, posiblemente el más
importante, ya que es aquel que condiciona nuestro nivel de vida y nuestra
forma de consumir. De este listado, se desprende todo aquello que consideremos
innecesario y que de suprimirse, podría contribuir en mejorar nuestra capacidad
de consumo.
No hay límites para establecer qué queremos considerar como
un gasto fijo, porque el argumento está basado en la subjetividad: después de
todo nadie está obligado a tener un auto o a alquilar. Por eso, quizás alguien
pretenda comprarse una camisa por mes y, si es así, pues entonces deberá
ponerlo en el listado de los gastos fijos.
Entonces, entendemos que también es fundamental que la
palabra “austeridad” forme parte de nuestro ABC.
Es importante, cuando llevamos una administración enfocada
al ahorro, que los gastos fijos tengan un límite económico, y allí se va a ver
verdaderamente la vocación de ahorro e inversión de cada uno.
En mi opinión, los gastos fijos deben representar el
cincuenta por ciento de nuestros ingresos, y allí se define el nivel de vida de
acuerdo a nuestro salario. Porque si ganamos $50.000, no podremos, lógicamente
alquilar un departamento por el valor de $40.000. A pesar de que técnicamente
lo podremos pagar, vamos a vivir en un lugar sin muebles, ni comida siquiera.
Una vez que consideramos que nuestros gastos fijos no deben
superar un porcentaje determinado (reitero que recomiendo el cincuenta por
ciento), debemos establecer un porcentaje mensual para el ahorro, algunos
hablan de entre diez y quince por ciento, pero en mi caso recomiendo ir por el
veinte.
Elijamos el porcentaje que elijamos, lo importante es
respetarlo tanto como los gastos fijos. Una buena manera de obligarse a hacerlo
es, si es necesario en la lucha contra nuestro inconsciente consumista, abrir
una caja de ahorro a la que se transferirá este monto.
Lo importante es cumplir, como si se tratara de un impuesto
o un servicio, al cobrar el salario, separamos el ahorro. Así de sencillo como
de complicado.
Otra cuestión interesante a considerar es que cuando
hablamos de ahorro, no nos referimos a juntar dinero para comprar un producto,
estamos hablando de la creación de un patrimonio. Creación que no se debería
abandonar nunca, una vez asumido el compromiso.
Por último hablaremos del treinta por ciento (o el
porcentaje que consideremos) restante, es allí donde se encuentran los gastos
variables. Todos esos gastos que no encontramos todos los meses: regalos, ropa,
cine, salidas, etcétera.
Tomemos una especial atención a las cuotas en las tarjetas
de crédito. Es interesante que las compras en cuotas entren en el rubro Gastos
Variables, ya que al limitarnos nuestra capacidad de consumo variable, nos
llevarán inconscientemente a reducir nuestros consumos en cuotas.
Por ende, lo más importante es no “tocar” el porcentaje de
ahorro, ya que es el que nos llevará a la construcción de un patrimonio.
Observemos que si nos proponemos de forma metódica ahorrar
el veinte por ciento de nuestro salario, en un año estaríamos destinando al
ahorro más de dos sueldos enteros.
Si nos preguntáramos, ¿Estoy dispuesto a trabajar todo enero
y febrero pero empezar a cobrar recién a mediados de marzo? Probablemente la
respuesta sea “no”, pero hecho en una forma gradual y metódica, se hace mucho
más factible de llevar a cabo.
Una vez que tenemos nuestros ahorros, que se van acumulando
mes a mes, también pasa a ser de suma relevancia que no nos dejemos llevar por
los anuncios que nos prometen grandes fortunas con bajas inversiones. Lamentamos
informar que eso no existe.
No viene al caso estudiar ese tema en este artículo pero,
básicamente, si alguien nos dice que invirtiendo diez dólares en un año podemos
ganar diez mil, probablemente nos esté mintiendo.
No digo que no podamos ganarnos el Quini 6, si no que no lo debemos
utilizar como una inversión, porque lo más probable es que no ganemos.
Para invertir debemos tener mucha paciencia, y buscar
rendimientos realistas, no nos vamos a hacer millonarios de la noche a la mañana.
Si queremos invertir en obligaciones negociables, metales, acciones, etcétera,
el objetivo debe ser simplemente ganarle al plazo fijo, a la inflación y a la
devaluación de nuestra moneda. Si buscamos hacernos millonarios, probablemente
terminemos perdiendo plata.
Está bien arriesgar, pero hay que saber hacerlo, y tener
convicción sobre el instrumento en el que se está invirtiendo (estudiando y
trabajando mucho), ¿por qué? Porque los instrumentos de Renta Variable a veces
operan a la baja y, si no sabemos lo que estamos haciendo, posiblemente
vendamos cuando no se debería hacerlo. No hay soluciones mágicas, no nos
engañemos.
Si no queremos estudiar y trabajar (en forma apasionada,
creo que es la única manera de hacerlo), entonces lo mejor siempre serán los
ahorros en instrumentos como el plazo fijo (depende el país y el momento) y la
seguridad del dólar (no tan seguro ahora, pero más que otras monedas).
En fin, lo que planteamos en este artículo no es ni más ni
menos que la conocida regla de administración de los ingresos de 50/30/20, con
la diferencia de que entendemos que no toda la gente tiene la misma capacidad
analítica para ponerse a administrar en detalle, aunque consideramos que es la
mejor manera.
Una frase que nadie debería sacarse de su cabeza es que
tenemos que cuidar los gastos chicos, porque los grandes se cuidan solos.
Es así, que algunos optan directamente por modificar la
regla hacia 80/20, es decir, ahorro y consumo. No está mal, pero creo que
distorsiona un poco cómo queremos que sea nuestra forma de consumir, ya que no
es lo mismo una compra de forma esporádica que una que se hace todos los meses.
Entonces, llegamos a la conclusión de que lo más importante
es fijarnos los objetivos y trabajar todos los días para cumplirlos.
La intención del presente artículo es la de complementar al
publicado la semana pasada, en el que brindamos algunos tips para salir del
ahogamiento de las deudas.
Espero que sea de ayuda para muchos.
Artículo escrito por Francisco Cardinali
Muy bueno!!!!! Ahora a ver si mis gastos cumplen con esos porcentajes....
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