Llega fin de mes y no sabemos cómo pagar las deudas. La
tarjeta explota y el salario no alcanza, entonces acudimos a la refinanciación,
tan útil para respirar por treinta días más, pero, poco a poco, esta nos va
quitando la vida.
La vida del endeudado es así, “pan para hoy y hambre para
mañana”. Es tan así que muchas personas en la historia de la humanidad se han
quitado la vida por este motivo.
Sin ir más lejos, entre los años 2008 y 2010, se
contabilizaron los suicidios por pérdidas de empleos y deudas, y llegaron a los
diez mil.
Según la OMS (Organización Mundial de la Salud), los países
que presentan más incrementos de suicidios son Letonia e Irlanda, con
incremento de 16 y 17 por ciento respectivamente, en el período citado, y son
atribuidos a la crisis del 2008.
Los estudios que sustentan estas estadísticas aseguran que
el problema no es el desempleo en sí, si no el endeudamiento que se genera a
raíz de la indeterminación del desempleo.
Si el dinero le trae bienestar y calidad de vida a la
humanidad, entonces las deudas le producen todo lo contrario.
A decir verdad, considero que el primero error en el que
incurren casi todos es ese: el dinero no puede traer felicidad. La felicidad
pasa por otro lado. Si se asume esto, se puede dar el puntapié inicial para
tener una vida financiera ordenada y librarse de las deudas.
Porque si necesitamos “comprar” la felicidad, podríamos
asegurar que no hay salario ni ingreso que aguante. El que necesita un estímulo
material para ser feliz, siempre termina mal.
Por estos motivos he decidido dejar algunos tips
interesantes (que se me ocurren) para salir de las deudas y llevar una vida
personal financiera ordenada.
CÓMO SALIR DE LAS DEUDAS
-Eliminar los créditos: las personas endeudadas
suelen tener créditos y no uno, si no muchos. Cuando el consumo se vuelve
gigante y se está comprando más de lo que se gana, la situación se
termina volviendo insostenible. Porque las personas con este perfil terminan
financiando sus deudas con financieras y al final lo único que pagan son intereses.
Esto produce que comiencen otros tipos de deudas, que ya no
vienen solo de las compras, si no que ya no pueden siquiera pagar los servicios
esenciales. De este modo, empiezan a “saltear” algunos meses como para seguir
con vida y que no les corten la luz o el gas, así es como aparecen más
intereses para los meses subsiguientes, que complicarán su situación.
-Llevar un registro de nuestros acreedores: si se
plantea seriamente la salida del endeudamiento, el registro de los acreedores
es de suma importancia, porque entonces se podrán negociar las deudas con cada
uno de ellos y analizar de qué manera conviene pagarles. Además, se podrá saber
a ciencia cierta cuánto tardaremos en culminar de abonar determinada deuda, por
ende, de qué liquidez vamos a disponer y en qué momento.
-Analizar qué porcentaje de nuestros ingresos se derivan
al pago de deudas: si no tenemos presente este dato, entonces es probable que,
si estamos muy endeudados, nunca podamos salir de esa situación.
Si el nivel de deuda es muy grande en relación a nuestros
ingresos y no lo tenemos asumido, se corren grandes riesgos de que los gastos
del día a día no se puedan afrontar y terminemos generando un efecto “bola de
nieve”, hasta que las deudas se vuelvan impagables.
-No abusar de las refinanciaciones: solamente se las
debe utilizar si se logró plantear una salida ordenada de las deudas, si no
también terminarán generándonos una “bola de nieve”.
Las refinanciaciones nos brindarán liquidez, pero a cambio
de altísimos costos en interés. Si ya nos estamos ahogando, pueden llegar a ser
un buen salvavidas, si logramos establecernos un plan de pagos óptimo entre
nuestros ingresos, las deudas y los consumos futuros.
-Nunca pagues la tarjeta de crédito con un crédito
personal: la tarjeta de crédito, ya es un crédito.
Un buen día (mal día, diría yo), consumimos más de lo que
ganamos y no podemos pagarla y así sucesivamente durante algunos meses, total,
si pagamos el mínimo la tarjeta va a seguir funcionando.
De este modo, cada vez consumimos más alejados de nuestros
ingresos reales, hasta que decidimos refinanciar la tarjeta pero no como un
plan elaborado para salir de las deudas, si no para seguir consumiendo.
Una vez más aparece la “bola de nieve”, la tarjeta ya tiene
más refinanciaciones que consumos, más intereses que productos comprados, y lo
peor: ya no la podemos pagar.
Es entonces cuando aparece la tentación en la que muchos
caen, los créditos personales. Craso error, acudir a este tipo de préstamos
para pagar la tarjeta. ¡No se paga un crédito con otro crédito! A menos que
quieras estar pagando intereses de intereses.
-No pagues sólo el mínimo de la tarjeta de crédito: el
mínimo es una trampa mortal. Si pagamos el mínimo durante dos meses seguidos,
al tercer mes probablemente la suma se va a hacer tan elevada que ya no la
vamos a poder pagar más, la “bola de nieve” nos llevó por delante.
Cuando se dispone de un plan de salida de las deudas, y estamos
“limpiando” algunos pagos para luego liquidar la tarjeta de crédito, debemos
memorizar: “como mínimo, pagar el doble del mínimo”. Eso nos dará algo de
liquidez, para afrontar el plan de salida y luego enfocarnos en la tarjeta que
suele ser la principal fuente de muerte del salario.
-Cuidado con el uso de más de una tarjeta: una vez
más aparece el mismo problema. Nuestros ingresos mensuales se ven duplicados,
triplicados o aún más, por la cantidad de tarjetas que emiten y “regalan” las
entidades bancarias.
Tal es así, que una tarjeta puede denegarte el aumento de
tus límites por tu nivel de ingresos y sin embargo, el mismo banco te emitirá
otra tarjeta duplicando tu capacidad de consumo. No te engañes, tu ingreso es
siempre el mismo.
Un buen día por la mañana, te encuentras tomando un café y
suena el timbre; es el cartero. Te trajo algo que nunca pediste, una nueva
tarjeta de crédito. Sin gastos. Todo gratis. De pronto el banco se volvió
benévolo. ¡No! ¡No! ¡No! Esa tarjeta tiene que ir directo a la basura, a menos
que tengas la conducta de utilizarla solo dentro de los parámetros de tus
ingresos.
-Cuidado con los descuentos de las tarjetas: muchas
veces las tarjetas nos ofrecen descuentos (incluso, muy buenos descuentos), o
cuotas sin interés para determinados productos.
Si bien quizás sea de utilidad aprovechar estas ofertas y
financiaciones (sólo si son sin interés), lo que quiere fomentar la tarjeta es
el consumo. En este caso, la pregunta que debemos hacernos es ¿realmente
necesitamos este producto? ¿lo íbamos a comprar de todos modos?
Los descuentos llaman al consumidor, quien vicia su
necesidad y se “entera” de lo que quiere cuando le aplican un descuento.
-Reduce al máximo tus gastos: si nuestro nivel de
endeudamiento es muy elevado, lo mejor es dedicarnos durante un tiempo
exclusivamente a ordenar las cuentas, viviendo de la mejor manera posible, pero
sin comprometer nuestros compromisos de pago.
-Cuando hagamos una compra, miremos los gastos
periféricos: todos quieren tener un auto, y si es cero kilómetro, mejor.
Es que hoy en día, con los Planes de Ahorro los vehículos
nuevos se hicieron de fácil acceso, pero, como todo crédito, muy difíciles de
pagar.
El auto va a estar en nuestro garage, es verdad, pero el
sufrimiento por la variación de la cuota, el seguro prendario, la patente, el
combustible y los service oficiales para mantener al día la garantía, van a
estar estacionados al lado.
-La calidad de vida no pasa por lo material: si bien
es necesario cumplir con las necesidades básicas como se describen en la
Pirámide de Maslow, debemos entender que la calidad de vida no tiene que estar
dada por el consumo.
No es que esté mal consumir (después de todo el dinero es
para eso), si no que las deudas terminan generando un malestar que es peor que
lo que se disfrutó con el consumo.
Si bien la “calidad de vida” es subjetiva, una buena
recomendación sería disfrutar con lo que se tiene, ni más ni menos.
-No aparentar: un gran vicio del consumidor, querer
demostrarles a los demás la pertenencia a cierta clase o status social. Por eso
la vestimenta, el auto, el reloj, los viajes y allí, en un rincón, las deudas,
que no entienden de clases sociales.
Qué triste cuando el reloj, el auto y la vestimenta terminan
en Mercado Libre.
-Odiemos las deudas: quizás solo quienes alguna vez tuvieron
problemas por deudas entenderán verdaderamente este concepto. El mayor
aprendizaje que se puede obtener de un comportamiento moroso es no volver a
tenerlo.
El asedio de los estudios jurídicos reclamando los pagos de
cada vez mas acreedores y el fantasma del embargo que no los dejará dormir. Eso
sólo se combate con el odio a las deudas, comprendiendo que el consumo es bueno
sólo si se lo puede pagar con los ingresos que percibimos, y nunca a crédito.
CUÁNDO ES CONVENIENTE ENDEUDARSE
Si es para consumir, la respuesta es ¡Nunca!
Sólo es conveniente la deuda cuando se trata de hacer
negocios, el consumo siempre se debe realizar con el efectivo que poseemos
contante y sonante. Porque incluso, el abuso de las cuotas, así sean sin
interés, quizás nos puedan jugar una mala pasada.
Imaginemos que tenemos un trabajo y así mismo la tarjeta de
crédito con consumos en cuotas. Perdemos el trabajo, y las cuotas siguen. No
eran con interés, pero ahora ya lo son, porque no tenemos con qué pagarlas.
Por eso es aconsejable contar con un fondo de ahorros que
nos permita garantizar el pago de esas cuotas en el futuro. Nunca se debe
olvidar a la hora de oficiar de consumidores, que si no podemos pagar algo, es
porque compramos algo que no podíamos pagar. Aunque parezca obvio el planteo, a
la hora de consumir, la mayoría se lo olvida.
Por supuesto que quedan fuera de discusión las deudas que
surgen por motivos inesperados, como por ejemplo una asistencia por salud
imprevista.
Este tipo de deudas, que en realidad la mayoría de las veces
también son evitables, nuestro subconsciente las considera como “inevitables”,
porque es más fácil echarle la culpa a Dios o al destino, que asumir los
propios errores.
Para culminar, este gran avance de salida de las deudas debe
ir acompañado de un desarrollo financiero a futuro que analizaremos en los
próximos artículos.
Artículo escrito por
Francisco Cardinali.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderBorrarMuy buen artículo!!!!
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